miércoles

Harold Shipman "El Médico Asesino"


  

“No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios”.
Harold Shipman


Harold Frederick "Fred" Shipman nació en Nottingham (Inglaterra) el 14 de enero de 1946. En 1963, a los 43 años, su madre murió a causa de un cáncer de pulmón. Shipman nunca olvidó la escena: su madre fue consumiéndose, sufriendo dolores atroces, hasta quedar convertida en un cadáver viviente. Atestiguó cómo los médicos, para aliviar el sufrimiento de la enferma, le ponían cotidianamente grandes dosis de morfina para paliar el dolor. Esta droga, fijada por aquella imagen, estaría siempre presente en la vida de Shipman.

Harold Shipman de niño


Dos años después, en 1965, Shipman comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Leeds. Al mismo tiempo se relacionó con Pimrose Oxtoby, la hija de un granjero. Ella quedó embarazada; Shipman y la chica se casaron mientras él aún cursaba su primer año de facultad. Testimonios de compañeros de clase le describirían, años después, como un estudiante de medicina fascinado por los fármacos y las drogas.


 
Shipman durante sus años de
estudiante de Medicina

Shipman terminó su carrera en 1970, obteniendo el título de Licenciado en Medicina y Cirugía. Poco después, trabajó como médico residente en el Pontefract General Infirmary de West Yorkshire. Para entonces, agobiado por las presiones del trabajo y la manutención de su familia, en su vida personal era un hombre de pocos amigos que podía volverse agresivo. En el trabajo era completamente diferente. La mayoría de sus pacientes lo adoraban. Le describían como una persona muy amable, sobre todo con los ancianos, ante los que se mostraba como un amigo a la par que médico. Les gustaba su sinceridad en los diagnósticos. Cuando Stephen Dickson le preguntó a Shipman el 28 de febrero sobre la esperanza de vida de su suegro, que padecía cáncer, Shipman le contestó: "Yo no le compraría ningún huevo de Pascua". Él mismo se ocupó cuatro días después de materializar su previsión: el 4 de marzo de 1970, aplicó una sobredosis de morfina que terminó con el anciano.

Harold Shipman con
su esposa


Sus compañeros de trabajo lo consideraban como un médico en el que se podía confiar, entregado al cuidado de los pacientes, siempre disponible, trabajador y competente; aunque para algunos colegas era también arrogante, sobre todo con sus superiores. Según sus compañeros, el único servicio que se le daba mal era Ginecología y Obstetricia, área en la que estuvo trabajando unos meses durante el período de residencia. Era demasiado brusco y tosco en los partos, y un médico le llegó a prohibir que volviera a tratar a su mujer, quien estaba ingresada en el hospital. Por esta época, Shipman comenzó a consumir morfina. La droga se utilizaba frecuentemente para aliviar el dolor de los partos y en esta área era más fácil conseguirla.

Shipman con sus colegas


Para 1971, acabó su periodo de residencia y se recibió. Siguió trabajando en el mismo hospital, donde formó parte de los servicios de Medicina Interna, Pediatría, Ginecología y Obstetricia. Para 1974, trabajaba como médico de familia asociado en Todmorden, Lancashire. En ese momento tuve su primer encuentro con la ley: le pusieron una multa de 600 libras esterlinas por recetar morfina a nombre de pacientes y utilizar la droga para su propio consumo. Ese mismo año, Shipman consiguió su primer trabajo estable, doce millas al oeste de Halifax, West Yorkshire.


En 1975, Shipman fue arrestado por primera vez por falsificar documentos para conseguir meperidina para su propio uso. Por este hecho, Shipman fue enviado a un hospital de rehabilitación de drogas en North Yorkshire, y luego del tratamiento fue declarado rehabilitado. Tras un breve trabajo en Durham, ingresó en el Centro Médico de Hyde, Gran Manchester; luego fue al Hospital Donneybrook House. Estuvo allí hasta 1977.


En 1992 abrió su consultorio como médico de familia en Hyde, donde atendió a más de 3,000 pacientes. Allí comenzó a matar de manera sistemática. Sus víctimas eran pacientes con dolencias leves que le caían mal, enfermos crónicos y enfermos terminales. El número de crímenes por año fue aumentando paulatinamente. Durante cinco años, Shipman, asesinó a docenas de personas. El médico mataba a sus víctimas cuando las visitaba en sus casas, aplicándoles altas dosis de morfina. Después extendía un certificado de defunción en el que afirmaba que su paciente había muerto por causa natural. Los pacientes solían fallecer por la tarde, estaban solos y la mayoría eran mujeres que superaban los 75 años. La mayoría de los pacientes fueron incinerados, para lo cual un segundo médico tenía que confirmar los certificados de defunción. Para ello debía ver el cadáver y estudiar cuidadosamente las circunstancias de la muerte, pero la mayoría se limitaban a confirmar desde su consulta los certificados de sus colegas.
El consultorio de Shipman
 
“Mi madre tenía fe total en él y eso es lo más doloroso para mí: puedo verla sonriéndole mientras él le ponía aquella inyección letal; ella creía que era para curarla”, declararía Chris Bird, directivo del Manchester City, cuya madre, Violet Bird, de sesenta años, murió en 1993 por una sobredosis de morfina que le inyectó Shipman. El doctor escribió en el certificado de defunción que Violet había muerto de un ataque cardiaco. En determinadas circunstancias, como que un paciente falleciera en menos de 24 horas tras su ingreso en un hospital, el médico tenía la obligación de informar al forense, pero a Shipman le daban igual las normas y no informaba a nadie. En 1997 batió su récord criminal con 37 asesinatos, según un informe oficial.
En marzo de 1998, la doctora Linda Reynolds de la Brooke Surgery en Hyde, opositora a la clínica de Shipman, fue a visitar a John Pollard, el Jefe de Medicina Legal del distrito de South Manchester, preocupada por los altos índices de mortalidad entre los pacientes de Shipman. También habló de las cremaciones realizadas en fallecidos ex-pacientes de Shipman, en su mayoría ancianas. Al finalizar la entrevista con el forense, la doctora afirmó que Shipman estaba matando a sus pacientes, pero no sabía si era por negligencia o intencionalmente.

El caso atrajo inmediatamente la atención de la policía, quienes no tenían suficientes pruebas como para arrestar a Shipman y levantar cargos contra él. En la investigación posterior sobre los crímenes de Shipman, los familiares de las víctimas culparon a la policía por asignar oficiales inexpertos al caso. Durante el tiempo de investigación, el caso fue abandonado el 17 de abril, con la eventual detención de Shipman.



En ese lapso, Shipman asesinó a tres personas más. Shipman certificó en veinticinco años la muerte de 521 personas (300 veces más que el médico que más certificados había expedido en el Reino Unido). Estos clamorosos datos, sin embargo, no levantaron la sospecha de nadie, como tampoco lo hizo el que el 80% de sus pacientes falleciera sin la presencia de un familiar. Muchos murieron entre la comida y el té. En alguna ocasión pidió a los familiares que le regalaran objetos personales del fallecido: una máquina de coser, un mueble, un periquito...


Kathleen Grundy

Su última víctima fue Kathleen Grundy, una anciana de Hyde. El 24 de junio de 1998 murió en su casa. La última persona en verla con vida había sido el doctor Shipman, quien luego firmó su certificado de defunción. La hija de Grundy, la abogada Angela Woodruff, quedó consternada cuando el abogado de su madre, Brian Burguess, le informó que la última voluntad de su madre había sido desheredarla de las 386.000 libras esterlinas que tenía para darle, para dárselas a su doctor, Harold Shipman.

Woodruff fue a la policía e informó lo que pasaba; la policía reabrió entonces la investigación. El cuerpo de Grundy fue exhumado y examinado; hallaron rastros de morfina. Con estas pruebas, Shipman fue finalmente arrestado el 7 de septiembre de 1998 y encontraron en su poder una máquina de escribir, usada para redactar el documento de herencia.


 

La casa de Kathleen Grundy

En las primeras horas tras su detención, Shipman expresó que tenía “voluntad de control sobre la vida y la muerte”. Llegó a confiarle a un policía: “Yo puedo curar o puedo matar. Soy un médico y en mis manos está el poder de la vida y la muerte. No soy un instrumento de Dios; cuando estoy con un paciente, yo soy Dios. Soy un ser superior”. Después de estas declaraciones, la policía comenzó a examinar otros decesos vinculados con Shipman y elaboró una lista de quince muertes para investigar. Un patrón similar se descubrió en los quince casos: la sobredosis de morfina. Los certificados de estos quince pacientes fueron firmados por Shipman y explicaban que los pacientes estaban en "pobre estado de salud".



Los titulares
 El juicio de Shipman, con el mando del juez Forbes, comenzó el 5 de octubre de 1999. Shipman fue procesado por las muertes de Marie West, Irene Turner, Lizzie Adams, Jean Lilley, Ivy Lomas, Jermaine Ankrah, Muriel Grimshaw, Marie Quinn, Kathleen Wagstaff, Bianka Pomfret, Naomi Nuttall, Pamela Hillier, Maureen Ward, Winifred Mellor, Joan Melia y Kathleen Grundy, ocurridas entre 1995 y 1998.


Las víctimas.

El juicio de Shipman

Después de que el jurado deliberara por seis días, Shipman fue condenado el 31 de enero de 2000 por el asesinato de 15 de sus pacientes, a los que mató con inyecciones letales de morfina. El juez lo condenó a quince cadenas perpetuas consecutivas y recomendó que nunca fuera liberado. “Usted ha cometido horrendos crímenes. Asesinó a cada una de sus pacientes con una calculada y helada perversión de su capacidad médica. Usted era, antes que nada, el médico de estas personas”, le dijo el juez Forbes a Shipman cuando éste recibió la condena del jurado. Shipman escuchó la condena con una sonrisa, sin perder la calma; estaba acompañado por su mujer y sus cuatro hijos.
 
Dos años después, el aquel entonces Secretario de Gobierno David Blunkett, aceptó esta recomendación del juez, justo meses antes de que el gobierno británico perdiera el poder de fijar las sentencias mínimas de los asesinos. En febrero de 2002, Harold Shipman fue expulsado del Registro Nacional de Médicos británicos. El médico negó insistentemente su culpabilidad. Aunque podrían haber sido juzgados muchos otros casos, se concluyó que sería difícil tener un juicio justo, a la vista de la publicidad enorme que tenía el juicio original. En cualquier otro caso, fue innecesario llevarlo otra vez a juicio, tomando en cuenta las sentencias existentes.



La investigación contra Shipman concluyó que “El Médico Asesino”, como lo bautizaron los tabloides, mató a 215 pacientes y probablemente a muchos más. Eran 171 mujeres y 44 hombres, de entre 41 y 93 años, a los que inyectó morfina. Se estudiaron más de 500 muertes en las que se sospechaba que el médico podía haber tenido alguna relación. Datos posteriores revelaron que asesinó a más de 300 personas: el diez por ciento de sus pacientes. En ese punto, se decidió cerrar la investigación y 200 casos quedaron pendientes por confirmar. Esa cifra convirtió a Harold Shipman en el asesino en serie más prolífico de la historia contemporánea.



“Mataba, y después se comportaba de muy variadas formas y ofrecía múltiples explicaciones de lo que había pasado. La manera de matar de Shipman, incluso ante los familiares, y cómo salía sin sospechas sería calificado de invención si apareciera en una obra de ficción”, explicó la investigadora principal. Algunos psiquiatras afirmaron que los asesinatos dirigidos hacia mujeres mayores, se debían a que Shipman había sufrido mucho con la dolorosa muerte de su madre, mientras que otros afirmaban que era un deseo arrogante de poder controlar quién vivía y quien moría.

La prisión de Wakefield




El 13 de enero de 2004, Shipman apareció ahorcado en su celda de la prisión de Wakefield. Tenía 57 años. Aparentemente, se colgó de los barrotes de su celda con las sábanas de la cama. Hasta el final, nunca reconoció sus crímenes ni mostró arrepentimiento o remordimiento. Tras su muerte, su viuda recibió 100.000 libras esterlinas (unos 150.000 euros), libres de impuestos, y una pensión vitalicia de 10.000 libras esterlinas (unos 15.000 euros) al año. Si Shipman hubiera muerto tras cumplir sesenta años, su esposa sólo habría recibido 5.000 libras (unos 7.500 euros) anuales.

Esto causó un escándalo en Inglaterra; las familias de las víctimas no podían creer que la mujer del homicida recibiera tanto dinero como compensación por la muerte de Shipman, dinero que salía de los impuestos a los cuáles muchos de ellos contribuían. Pero el gobierno británico ni siquiera mencionó el asunto y la mujer de Shipman se embolsó su dinero.

Tumba de Irene Turner, víctima de Shipman

 Nadie sabe por qué un afable médico de familia, felizmente casado y con cuatro hijos, mató a centenares de pacientes. Janet Smith, autora del informe oficial sobre los asesinatos, señaló que posiblemente Shipman era "adicto a matar". Smith añadió que "hay evidencias de que tenía una personalidad adictiva, y es posible que matar fuera una forma de adicción". Shipman no ganaba nada con los asesinatos, más bien perdía clientela: hasta siete víctimas vivían en la misma manzana. La investigación calificó esa impunidad de “horrible e inexplicable”.


Lápidas de víctimas de Shipman

 “Ha sido una trágica falla en los sistemas lo que ha permitido que los crímenes de Shipman permanecieran ocultos muchos años; traicionó la confianza de la gente y también a la profesión a la que tan mal sirvió”, declaró John Chisholm, de la Asociación Británica de Médicos. “Tanta gente se siente tan hundida, tan sacudida por la noticia de que su padre, su madre o su abuela no tuvo la muerte en paz que creían, sino que fueron asesinados”, se lamentó Denis Maher, el párroco católico de Hyde, a cuya iglesia asistían Shipman, su esposa, sus hijos y muchas de las víctimas, que compartieron la comunión con su asesino.

Muchas de las legislaciones británicas sobre cuidado médico y a la medicina fueron repasadas y modificadas notablemente como resultado directo e indirecto de los crímenes de Shipman. Seis médicos que firmaron la autorización de las cremaciones para las víctimas de Shipman, fueron acusados de mala conducta por el Consejo Médico General. Luego resultaron absueltos. En octubre de 2005, una audiencia similar fue llevada a cabo contra dos médicos que trabajaron en el Hospital General de Tameside en 1994, y que no detectaron que Shipman administraba brutales dosis de morfina a sus pacientes.



Cartas de Shipman



Shipman fue convertido de inmediato en personaje favorito de series policíacas como La Ley y el Orden. También en su honor se hicieron canciones, se escribieron libros, se filmaron documentales y se pintaron cuadros. Los medios de comunicación lo catapultaron a la fama, como en el caso de otros asesinos seriales.



Caricaturas sobre Shipman



Como contraste, un jardín en memoria a las víctimas de Harold Shipman “El Médico Asesino”, llamado "El Jardín de la Tranquilidad", fue abierto en Hyde Park el 30 de julio de 2005.



El Jardín de la Tranquilidad



BIBLIOGRAFÍA:





FILMOGRAFÍA:





0 Comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinion es muy valiosa y nos ayuda a mejorar.

 

ZEUHZ. Copyright 2008 All Rights Reserved Revolution Two Church theme by Brian Gardner Converted into Blogger Template by Bloganol dot com